domingo, 20 de octubre de 2013

Devuélveme mis horas perdidas.

El tiempo pasa muy rápido, eso dicen todos. Y yo tengo miedo, tengo miedo a morir habido perdido el tiempo en el que tendría que estar disfrutando por estar pensando en un futuro incierto; por  culpa de buscar un buen futuro, perder el presente. La clave está entre buscar un punto en el que aprender del pasado, sin anclarse en él; vivir el presente y siempre buscar lo mejor para el futuro. Pero ¿dónde está ese punto?

Cuando somos pequeños solo pensamos en el presente y lo vivimos al máximo, nos da igual el futuro y no tenemos pasado que nos marque. En la adolescencia y juventud tenemos que pensar en el futuro, labrarnos uno porque tendremos que vivir toda la vida de eso que planeemos en esos pocos años, eso marcará toda nuestra etapa adulta. Y la vejez nos la pasamos recordando aquellos momentos vividos, pensamos que nuestro tiempo ya pasó y solo nos queda recordar; cuando por el cuntrarío deberíamos buscar nuevas aventuras, aquellas que teníamos prohibidas a una edad anterior o de las que no habríamos disfrutado como con los años que tenemos de experiencia viviendo.

Cuanto mayores somos aumenta la sensación de que "el tiempo vuela" y esto viene con la monotonía y la rutina. Y aquí se presenta mi miedo a la rutina, a no haber aprovechado las 24 horas de cada día, a no haber experimentado todas las experiencias que debería haber hecho. Creo que la rutina es mi mayor enemigo y aquel a el que es más fácil acostumbrarse y eso me da miedo. 

Tengo miedo a un futuro en el que lo único que quiera sea tener una casa con una familia en la que cada día haga lo mismo. Lo que más miedo me da de la rutina es lo fácil que se acostumbra todo el mundo a ella. Lo cómodo es no buscar nuevas experiencias, ni enfrentarnos a nuevos retos. Y para mí, eso es perder el tiempo. 

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